El gas natural no puede ser la alternativa a la transición energética

Mariano Sidrach de Cardona Ortín - Socio de Zencer, Licenciado en Ciencias Físicas. Catedrático y profesor del departamento de Física Aplicada II. Director del Master en Tecnología de los Sistemas de Energía Solar Fotovoltaica en la Universidad Internacional de Andalucía, en la de Málaga y en la de Jaén.

 

Gas Natural no es alternativa a la transición energética

Tuberías de gas natural en EE.UU (Bilginger SE)

Los datos publicados por el IDAE sobre el consumo de energía primaria en España y su evolución respecto al 2014 ponen cifras a la desastrosa política energética de este país.

Mientras en todo el mundo se habla de políticas energéticas para frenar el cambio climático y mientras crecen las inversiones en energías renovables, aquí en España, respecto al año 2014, ha aumentado el consumo de carbón, petróleo y gas natural y disminuido el porcentaje de las energías renovables. Todo esto en un escenario donde hemos incrementado nuestro consumo de energía primaria en un 4,2 % respecto al 2014.

Estas cifras significan además un aumento de nuestra dependencia energética y un aumento de las emisiones contaminantes a la atmósfera, lo que nos sitúa cada vez más lejos de cumplir con los compromisos adquiridos por nuestro país en la lucha contra el cambio climático.

De todos estos datos, que merecen hacer un análisis más detallado, voy a realizar en esta entrada, una reflexión sobre la situación del gas natural y su relación con la situación energética. Además del aumento del consumo que se ha producido en el último año (4,3%), si miramos la serie histórica vemos que el incremento en 2015 ha sido el más alto desde el año 2008. Al mismo tiempo en el último año las energías renovables han caído un 6,4%.

Y para completar la situación actual, el oligopolio del gas se encarga de culpar a las energías renovables de la falta de rentabilidad de sus inversiones e incluso se atreve, como bien explicaba nuestro compañero Sergio de Otto en otra entrada de este blog, a “presentar una demanda por responsabilidad patrimonial contra el Estado por el impacto que ha tenido en su cuenta de resultados la expulsión de sus centrales térmicas de gas del mercado desde el año 2009”, cuando en el año 2015 han tenido unos beneficios de más 1.500 millones de euros.

Desde el sector del gas proponen incrementar el consumo de gas, haciendo principalmente uso de dos argumentos: la reducción de emisiones de C02 respecto a otros combustibles fósiles y la intermitencia de las fuentes de energías renovables, que hacen que los ciclos combinados sean necesarios “como garantes de la estabilidad energética del sistema y como perfecto complemento en momentos de bajo funcionamiento de las energías renovables” (Sedigas).

Analicemos la situación del sector gasístico y veamos la veracidad de estas afirmaciones:

El primer argumento es cierto y convierten al gas en el menos contaminante de todos los combustibles fósiles y su uso disminuiría sin duda la contaminación de las ciudades.

A pesar de eso, veo grandes problemas en el uso del gas natural: No tenemos gas natural, todo nuestro consumo es importado con lo que no disminuimos nuestra dependencia energética exterior, tampoco disminuimos nuestra dependencia de los combustibles fósiles y además tenemos que realizar fuertes inversiones en infraestructura para que el gas llegue a todo el territorio nacional.

¿De dónde viene el gas que consumimos?
Según datos de 2014, importamos gas natural de: Argelia (55%), Noruega (12%), Qatar (9%), Nigeria (8%), Trinidad y Tobago (6%), Perú y Francia (4% respectivamente), Omán (0,48%), Bélgica (0,34%), Holanda (0,38) y Portugal (0,04%) y tenemos en España (0,13%).

Este gas llega a España por dos caminos. Una red de conductos de miles de kilómetros de longitud o por buques metaneros que lo almacenan de forma líquida para hacer posible el traslado. El gas líquido es almacenado en grandes depósitos donde permanece a la espera de ser regasificado e introducido en las redes de distribución. España es, actualmente, el país europeo con mayor capacidad de regasificación.

¿Necesitamos invertir en seguir desarrollando la infraestructura gasística por todo el territorio nacional?
En los últimos 10 años se han invertido más de 10.000 millones de euros, sólo en el último año 1000 millones de euros, consiguiendo que se incorporaran a la red gasística 50 nuevos municipios, con lo que actualmente la red llega a 1.688 poblaciones. El 79 % de la población vive en municipios con gas natural, pero curiosamente sólo el 30 % de las viviendas tienen contratado el gas. Según fuentes del sector, cuentan con 7,6 millones de clientes y ha llegado ya al 79% de la población.

¿Alguien ha estimado el coste de las inversiones necesarias para llevar un recurso del que no disponemos a todos los españoles?
Me temo que no, como no se calcularon adecuadamente cuando se pusieron en marcha las centrales de ciclo combinado.

Hagamos unos números:

En España tenemos 8.122 municipios, lo que significa que el gas no llega a 6.434 municipios. Llevarles gas, teniendo en cuenta la inversión de 2015, representaría una inversión de al menos 128.680 millones de euros, sin contar con que cada vez las poblaciones que van quedando fuera de la red son las más dispersas y por tanto el coste probablemente aumentaría. ¿Es sensato invertir esta cantidad de dinero para llevar el suministro del gas al 21% de la población restante? Me temo que nunca llegará el gas a todas estas poblaciones.

¿Y además, todo esto para qué?
La naturaleza ha sido especialmente agradecida con nosotros. Tenemos unas condiciones de radiación solar realmente envidiables. El Sol ha llegado siempre a todos los municipios españoles y tenemos tecnologías renovables, limpias y a precios más baratos. Con esta inversión podríamos poner una central fotovoltaica de 20 MW en cada uno de estos municipios españoles, convirtiendo nuestra generación eléctrica en distribuida y disminuyendo, ahora sí de forma drástica, nuestras emisiones contaminantes e impulsando el desarrollo del vehículo eléctrico con electricidad generada mediante renovables. Estas inversiones sí que disminuyen nuestra dependencia energética del exterior.

El segundo argumento del sector gasístico es la estabilidad de la red. Siempre se les olvida que las centrales termosolares, mediante el almacenamiento en sales fundidas han logrado resolver este problema y que el desarrollo de nuevos sistemas de acumulación están a punto de dar un vuelco tecnológico al almacenamiento eléctrico. La generación distribuida mediante energías renovables es ya una realidad en Dinamarca y no tienen problemas de seguridad en el suministro.

Si quieren de verdad contribuir a un nuevo modelo energético, lo que tienen que hacer es aprovechar la infraestructura gasística actual, para cerrar centrales nucleares y de carbón, poner en marcha los ciclos combinados e intentar recuperar las inversiones ya realizadas mientras se continúan implementando las energías renovables, pero no sigamos con unas inversiones en el sector del gas, que solamente por precio van a dejar de ser rentables muy próximamente y empecemos a invertir, como están haciendo países como EEUU, China y otros muchos, en energías renovables, fundamentalmente en fotovoltaica.

La propia Agencia Internacional de la Energía (IAE) en su informe Medium-Term Gas Market Report 2016 no es muy optimista sobre el futuro del gas en el mundo y parece darnos la razón. Respecto al futuro del gas en Europa dice: “El consumo de gas tendrá un débil crecimiento mientras se desarrollan las energías renovables, pero como las políticas europeas abogan por eliminar el carbón y reducir la capacidad nuclear, esto permitirá cierto margen de maniobra para la generación por gas”.

El gas no puede ser una alternativa en la necesaria transición energética que tenemos que realizar. Apostar por el gas es retrasar este cambio y entorpecer, cuando no boicotear el desarrollo de las energías renovables. La naturaleza nos envía todos los días señales que indican que el tiempo se nos está acabando.

Basta de juegos, basta de mentiras, basta de medias verdades. La energía es un bien social y debe de estar accesible a un precio justo para todos los ciudadanos. Que no nos engañen más las empresas del oligopolio gasístico con alternativas falsas que sólo miran por sus propios beneficios. No somos tontos, no nos hagáis luz de gas.

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