Otro verano caluroso: más cambio climático a la vista

Mariano Sidrach de Cardona Ortín - Socio de Zencer, Licenciado en Ciencias Físicas. Catedrático y profesor del departamento de Física Aplicada II. Director del Master en Tecnología de los Sistemas de Energía Solar Fotovoltaica en la Universidad Internacional de Andalucía, en la de Málaga y en la de Jaén.
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Imágen: Europa Press

Estaba yo terminando de disfrutar las vacaciones de verano, cuando escucho en las noticias que estamos teniendo un verano especialmente caluroso y, sobretodo, muy seco: No llueve ni una gota, ni en el Sur, algo bastante habitual, ni tampoco en el Norte, bastante más raro. Noticias que nos vienen a recordar que el cambio climático es una realidad y que sus consecuencias ya las estamos sufriendo. De momento, este calor parece que va a continuar en septiembre y, si no llueve pronto, la escasez de los recursos hídricos va a empezar a llenar las páginas de los periódicos en muchas zonas del país.

Como siempre, algunos dirán que son ciclos y que sequías como la que empezamos a padecer ya hubo anteriormente. Es verdad, como lo es también que las temperaturas aumentan como consecuencia del aumento de la concentración de gases en la atmósfera. Por si acaso, nunca oiremos en las noticias relacionar el enorme calor u otros fenómenos meteorológicos extremos que soportamos, ni siquiera de refilón, con el cambio climático, como si negar el problema sirviera para algo.

No podemos seguir buscando excusas con tal de no enfrentarnos a nuestra responsabilidad ante el enorme desafío que supone el cambio climático.

Como quiera que es un problema que estamos generando entre todos, principalmente por cómo consumimos energía, más nos valdría ponernos cuanto antes a tomar las medidas necesarias para frenarlo. No parece que estemos precisamente enfrentándonos a este problema, más bien todo lo contrario, seguimos mirando para otro lado, vamos, que nos importa, así en general, un comino.

El tema energético y medioambiental está pasando prácticamente desapercibido en las conversaciones, trueques y pactos que se barajan para la formación de un nuevo gobierno. Mientras disfrutamos de nuestras vacaciones, se intenta con poco entusiasmo poder sumar escaños para tener pronto un gobierno, en necesaria coalición, de acuerdo con los resultados electorales. Durante todo este tiempo, se habla poco de las soluciones que los diferentes partidos proponen a los principales problemas del país, que son muchos, pero no se habla nada de las urgentes medidas que debemos tomar para luchar contra el cambio climático. Debe ser que no se considera un problema urgente. Tremendo error. Los datos son tozudos y nos muestran que tampoco en este tema estamos haciendo bien los deberes y, lo que es peor, el tiempo juega en nuestra contra.

En España, si bien durante el periodo 2008 al 2013 disminuyeron las emisiones de gases de efecto invernadero, desde 2013 no han hecho más que aumentar. En 2015 un 4% respecto a las emisiones de 2014. Aumento que se atribuye a una mayor utilización del carbón en la generación eléctrica, nada menos que un 20 % más que en 2014. Esta situación contrasta con la de los países de nuestro entorno, que presentan fuertes reducciones de sus emisiones en los últimos años.

Nos alejamos, así, de los compromisos internacionales adquiridos, en concreto del cumplimiento del Protocolo de Kioto.

El principal causante de las emisiones de efecto invernadero es el binomio energía- transporte. Si nos fijamos en la producción de energía eléctrica vemos que mientras que las energías renovables no están aumentando su peso en el mix, está aumentando el consumo de carbón. Que disparate en el país del Sol!

Además somos fuertemente dependientes de los combustibles fósiles, que tenemos que comprar del exterior. En España el 60 % de toda la energía final que consumimos proviene de derivados del petróleo y gran parte de este consumo de energía tiene que ver con cómo nos movemos y con cómo transportamos mercancías. Así, el uso del vehículo privado es el principal responsable de la contaminación del aire de nuestras ciudades. Ciudades que hemos diseñado pensando más en los automóviles que en los ciudadanos, dándoles tanto protagonismo como para dedicarles más del 30% del espacio total urbano.

Según la Dirección General de Tráfico tenemos más de 30 millones de vehículos a motor circulando por nuestras carreteras y ciudades, que son responsables del 63% de todas las emisiones y de las cuales el 62% corresponden a vehículos privados.

¿Alguien de verdad piensa que es posible disminuir de forma significativa nuestras emisiones de gases de efecto invernadero sin un plan global de sustitución de vehículos a motor por vehículos eléctricos?

Plan que debe ir acompañado de un aumento equivalente de la producción eléctrica mediante fuentes renovables y también de unos profundos cambios en el comportamiento energético de los ciudadanos. Me estoy refiriendo, claro está, a una mejora y potenciación del transporte público, de manera que se pueda reducir de manera apreciable el uso del vehículo privado.

Desde la Fundación Renovables pensamos que debido a su urgencia y a las implicaciones sociales, económicas y medioambientales que conlleva, este problema debería estar en el centro del debate político. Necesitamos que el próximo gobierno tome acciones decididas y urgentes para frenar el cambio climático. No es posible mantener por más tiempo el modelo energético actual, ya que es insostenible económica y medioambientalmente. ¿A qué estamos esperando para actuar?

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